Pero ¿por qué llegamos a esta situación?
La primera razón es educativa y cultural: en los hogares latinoamericanos, la castración temprana de los animales de compañía no resulta una tradición aplicable a la práctica cotidiana. Recién en los últimos años, muchos municipios y aun los Estados nacionales han implementado programas que con los vaivenes de políticas liberales que los minimizan y congelan siguen su acción de castración masiva, educación y comunicación tratando de lograr un cambio actitudinal en la población.