César Romero y Florencio Ramos fueron llevados ante el juez de Instrucción Penal 2, Leandro Estrada. Habían viajado desde Arizona hasta Villa Mercedes, escoltados por los policías de la División Homicidios. En el juzgado les informaron, de manera formal, que estaban imputados por el asesinato de su patrón, César Crispín Etchart, que habían sido llevados hasta ahí para ser indagados y que estaban en su derecho de hablar o de callar ante el juez. Eligieron no declarar. Aunque ese silencio no los perjudica ante la Justicia, mientras ellos se mantienen mudos, nuevas pruebas refuerzan a paso de gigante la autoría de ambos en el crimen. En las dos inspecciones que los investigadores hicieron en la casa del campo “Villa Luján”, donde vivían y trabajaban, encontraron algunas prendas con sangre, la misma clase de bolsas de consorcio que tenía el cadáver de su patrón en la cabeza y una soga idéntica a la que usaron para maniatarlo.

Las bolsas y la piola, en realidad, fueron secuestradas la tarde del domingo. Pero los investigadores no dejaron que el dato trascendiera hasta que los empleados rurales fueran indagados.

Romero, de 22 años, y Ramos, de 33, vivían en una casa que está a unos ocho metros de distancia de lo de la víctima, en la estancia ubicada 25 kilómetros al sur de Arizona.

Las bolsas estaban en dos lugares. Un par estaba detrás de una heladera, escondida. Otra estaba en una caja de cartón, afuera de la vivienda de Etchart, indicó una fuente judicial.

La que tenía el cuerpo del anciano era de color negra, pero poseía algo que la diferenciaba de las típicas bolsas para residuos: llevaba escrito el nombre de un municipio. La misma particular inscripción tenía las que encontraron en las requisas.

La soga que usaron para inmovilizar de torso y manos al hombre de 72 años “era gruesa, blanca y como de plástico”, precisó el informante. En lo de los imputados hallaron “una igual”, estaba atada a un sillón, como si hubiese sido utilizada para amarrar a un perro.

El lunes, en el transcurso de la tarde, los policías regresaron a la estancia, para terminar de revisar aquellos sitios a los que no habían podido llegar el día anterior, cuando la luz del sol dejó de acompañarlos.

Volvieron a lo de Romero y Ramos. Allí hallaron algo que no habían notado la primera vez: “ropa colgada con lo que, a simple vista, parecían ser gotas de sangre”, indicó la fuente. Las prendas ya fueron remitidas al personal de Criminalística de San Luis. Primero los peritos deberán establecer si efectivamente esas manchas son de sangre, luego sin son humanas y, por último y si la cantidad de muestra lo permite, a qué persona le pertenecen.

Muerte al anochecer 

Ayer la forense Sandra Miatello le elevó al magistrado el informe de la autopsia. Además de precisar que el administrador rural había muerto por los múltiples golpes que le hundieron el rostro y el cráneo, estimó la hora en que fue asesinado.

Al momento de la autopsia, el puestero llevaba poco más de 24 horas muerto. Si tenemos en cuenta que la necropsia empezó la medianoche del domingo, extendiéndose hasta las primeras horas del lunes, y que Etchart fue visto con vida por última vez la tarde del sábado, su homicidio debió ocurrir, entonces, entre las 19:30 y casi las doce de la noche del sábado, estimó el informante.

Para hoy, Estrada citó para tomarle declaración como testigos, entre otros, al hombre de un campo vecino que la mañana del domingo descubrió el cadáver del puestero, en la Chevrolet S10 que solía conducir, a una orilla de la ruta 55, a metros de la entrada de “Villa Luján”. También deberán declarar los policías de la Comisaría 43ª de Arizona, que hicieron las primeras diligencias en la escena del hallazgo, y los de la división Homicidios que llevaron adelante la investigación y cuyas averiguaciones apuntan a Romero y Ramos como los asesinos de su patrón. (Fuente gentileza: El Diario de la República).-