Los restos óseos son buscados en un sector del campo donde Víctor Purreta dijo que había enterrado a su entonces pareja. Ese campo es Monte Chue, en la ruta nacional 35, una zona muy conocida porque es atravesado por una rastrillada indígena.
El dato fue confirmado en conferencia de prensa por la fiscala Cecilia Martiní; el ministro de Seguridad, Horacio Di Nápoli; el ministro de Gobierno, Justicia y Derechos Humanos, Ariel Rauschenberger; la secretaria de la Mujer, Liliana Robledo; y el subsecretario de Derechos Humanos, Juan Pablo Fasce.
Fasce dijo que Víctor Purreta dio detalles de cómo descartó el cuerpo, luego de asesinarla en Santa Rosa: Andrea fue enterrada desnuda y cubierta en una sábana blanca. El femicida incluso contó que Andrea se había operado de un tobillo y tenía una prótesis.
Fasce fue quien comunicó a la fiscal que Purreta pretendía confesar. “El miércoles a esta hora recibí un llamado de la Subsecretaría de Derechos Humanos -dijo Martiní-, donde me comentaron que Purreta tenía interés de dar pistas sobre sus restos, por lo que activamos inmediatamente los actos necesarios y el jueves mantuve una entrevista con el condenado y confirmó que quería dar datos sobre el sitio específico de dónde había enterrado a Andrea López”.
¿Por qué habló ahora? “Purreta expresó que hacía estas revelaciones porque estaba agobiado con el paso de los años y que, al empezar a hablar con psicólogos y especialistas y con personas cercanas a él, consideró que era el momento de contarlo”, dijo Martiní.
Purreta sigue en la cárcel y ha pedido salidas transitorias, que le fueron rechazadas recientemente.
En 2014 fue condenado a 18 años de prisión por el femicidio, a partir del testimonio del hijo que tuvo con Andrea. Pero, sumando otras causas por facilitamiento de la prostitución y lesiones, debe cumplir una condena unificada de 25 años.
¿Es una estrategia para lograr la libertad condicional? “Más allá del móvil que haya llevado a Purreta a modificar una actitud de tantos años, lo que puedo aportar es que, en la entrevista mantenida con el personal de la Subsecretaría de Derechos Humanos, en ningún momento dejó trascender un propósito que no sea el de mitigar el agobio que manifestaba tener por mantener durante tanto tiempo este secreto”, dijo Fasce. “A nosotros nos manifestó que las conversaciones con su familia, con su abogado defensor y con su psicoanalista, lo habían manifestado para tomar esta acción y dar a conocer dónde podrían estar los restos de Andrea López”, agregó.
“Existen varios puntos identificados por Purreta. Tiene que ver con que a casi 20 años puede no recordar el lugar exacto donde la enterró, pero en todo momento manifestó que se trata del cuerpo de Andrea López. Contó que la enterró en una sábana blanca y que, por una operación en un tobillo, tenía una prótesis metálica, lo que facilitaría su identificación”, sostuvo.
Andrea fue la primera esposa de Purreta. Vivían juntos en una casa de la calle Maestros Puntanos, en un barrio al norte de la capital pampeana. Era obligada a prostituirse por su marido y eran recurrentes las peleas. Purreta la golpeaba, ella se iba a la casa de madre y él la denunciaba en la Policía por abandono de hogar. Volvía con su esposo y se reiniciaba el maltrato y la explotación.
Se cree que el asesinato de Andrea que se cometió en la noche del 9 de febrero o la madrugada del 10 de febrero de 2004. Emanuel o “Carlitos”, el hijo de ambos, fue testigo del femicidio.
En esa noche hacía calor y el nene se levantó para tomar agua. La escena lo dejó paralizado en la cocina. Vio cómo su padre repartía trompadas, patadas y rebencazos a su mamá Andrea López, que se retorcía de dolor en el suelo. Vio cómo la tomaba del cuello con sus manos y la levantaba del piso. Vio cómo la ahorcaba hasta matarla.
Eso lo contó en 2011, en Cámara Gesell. Dijo que, luego de molerla a palos con un rebenque y ahorcarla, la acostó en una cama. Luego la llevó a la rastra al baño. Por la hendija de la llave de la puerta, pudo observar que la había puesto bajo la ducha. Quería reanimarla. Luego, su padre salió del baño y lo mandó a dormir.
Poco después, llegó a la casa un familiar de Purreta a cuidar al nene. El boxeador salió. En la madrugada del 10 de febrero, a las 5.20 horas, Purreta fue visto a bordo de su camioneta. Lo vio su propia madre. El boxeador, ya en el juicio, reconoció la pelea, dijo que salió a comprar cigarrillos y que al volver advirtió que su esposa ya no estaba. “Yo no la maté”, aseguró en ese momento. (DiarioTextual)