Abr 16, 2018 IMPACTO INFORMATIVO Locales, Politica, Regionales 0
Impacto – Por Norberto G. Asquini – El gobernador Carlos Verna recibió las declaraciones con enojo, pero sin demasiada sorpresa. Sabía que en algún momento iba a suceder. La extorsión del ministro Juan Carlos Tierno de intentar condicionarlo al reclamar que rompa con el marinismo o en caso contrario él iba a ser candidato por afuera del PJ es parte de la teoría del escorpión al que tiene acostumbrados a propios y extraños.
Tierno ya venía avisando sobre la definición que hizo pública la semana pasada. Fue preparando su salida del gobierno vernista desde hace un tiempo con diferentes declaraciones y puestas en escena. Hay un hilo conductor en el que los ataques al marinismo, y sobre todo a su jefe histórico, el ex gobernador Rubén Marín, fueron una constante, que se sumaba a conflictos con funcionarios vernistas. Desde el año pasado, en esta columna ya se había avisado.
Jugar a victimizarse
El ministro lanzó que si persistía la alianza con Marín se alejaba. Una condición difícil de cumplir cuando Marín ha sido el principal socio político de Verna. Lo que fue ratificado en la última reunión que mantuvieron ambos. El mensaje fue claro: Tierno se va del cargo.
Ahora espera que el gobernador Verna lo eche para victimizarse. Verna no parece que quiera pagar ese costo político. Tal vez aguarde a que el Superior Tribunal de Justicia dicte el fallo que lo termine de inhabilitar al confirmar la condena por abuso de autoridad que pesa sobre el funcionario para no tener que hacerlo él mismo. Pero mantenerlo en el cargo es un desafío. Ahora el ministro pasó un límite: no solamente atacó a Marín, sino que directamente enfrenta a Verna.
Tierno había provocado en los últimos tiempos cierta tensión en el PJ, cuando en el resto del peronismo la tendencia es a la unidad en la diversidad. De hecho, había llegado al cargo por un acuerdo político y personal con Verna en 2015 pero nunca estuvo identificado con el gobierno ni con el resto del PJ. En la campaña de 2017 ni participó. Ni iba a pedir por la reelección de Verna. Había especulado que en 2019 podía llegar a ser candidato a gobernador si Verna no se presentaba. Pero ahora la realidad cambió: el mandatario va por la reelección y él se puede quedar sin cargo.
Incómodo para todos
Tierno es un elemento incómodo para todos. Sus decisiones están atadas a una patología propia: megalómano, autoritario, autocrático, inorgánico, personalista. Nada que ya no se sepa ni el autor de esta columna haya dicho en otras oportunidades. Cansa volver sobre lo mismo.
Siempre fue una molestia en el gabinete, aunque Verna lo haya sostenido en el gobierno, en parte por el acuerdo político -que implicó la permanencia de su esposa como diputada provincial en el bloque oficialista- y en parte porque daba cierto perfil para un área sensible como es la de seguridad. El vernismo tuvo que sobrellevar sus arrestos autónomos, su cercanía con la ministra Patricia Bullrich, sus constantes roces con las demás áreas (la mayoría), hasta con su yerno, el segundo del ministerio que supo confiarle a un funcionario que ya estaba superado por su suegro, o sus polémicas medidas. Para el marinismo era un constante provocador. Los dirigentes marinistas ya estaban además cansados de sus declaraciones y de que el gobernador Verna no lo desalentara o lo reprendiera públicamente.
Para el PJ, en un momento en que se juega en 2019 su continuidad en el poder, también su alejamiento puede ser un problema, ya que necesita contar con todos los votos necesarios para enfrentar a Cambiemos. Ese es el cálculo que hace la oposición. Pero además, en lo inmediato, el oficialismo perdería un diputado ya que la esposa del ministro haría, como ya lo hizo en dos oportunidades, un bloque aparte.
Para el PJ, hay otras lecturas. Se aleja un funcionario de perfil polémico, que atraerá aún más a la unidad a sectores que discutían su permanencia como el kirchnerismo, y que tampoco hizo mucho por la unidad del peronismo o electoralmente. Pero además afirman que para Cambiemos va a ser un doble problema que esté fuera del PJ: por un lado, se especula que los votos suyos son más de la oposición no peronista que del justicialismo, por lo que le sacaría apoyos, y por otro que de sumarse a Cambiemos sería romper hacia adentro las posibilidades de un frente ya que sectores del radicalismo son contrarios a cualquier acercamiento.
Hay que preguntarse, ¿conserva Tierno parte del apoyo electoral que supo tener? En 2015 en la interna del PJ por la intendencia de Santa Rosa, cosechó unos 6.000 votos, con Verna como postulante a la gobernación. En 2015 fue necesario para que fuera parte del bloque que le ganó al jorgismo. Se vendió al mejor postor y Verna lo sumó en su ingeniería para ganar.
La buena y la mala sociedad
Tierno es para el PJ un ejemplo de las malas sociedades políticas. A diferencia del marinismo, un socio estratégico del vernismo, como lo suele categorizar uno de los dirigentes naranjas. El marinismo es parte de la gobernabilidad y del armado del PJ acompañando a Verna. Es una fuerza aliada, más allá de que algún dirigente pueda molestar con su exposición pública a algunos vernistas, pero eso es parte del juego político de conservar la identidad y posicionarse políticamente. Tierno jugó siempre la personal y a la autonomía política. Solamente los retos de Verna en reunión de gabinete habían logrado controlarlo. El ministro es garantía de una mala sociedad, y Verna esperaba su aguijón en cualquier momento. Algo que también lo debe advertir Cambiemos, si es que hay sectores que en estas circunstancias especularían con llegar a sumarlo.
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