Abr 30, 2018 IMPACTO INFORMATIVO Locales, Politica, Regionales 0
Impacto – Por Gladys Sago – El Día Internacional de los Trabajadores o Primero de Mayo es la conmemoración por antonomasia del movimiento obrero mundial. Aún cuando se festeja,es una jornada para realizar diferentes reivindicaciones sociales y laborales a favor de las clases trabajadoras. Por acuerdo del Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional, celebrado en París en 1889, es un día de lucha reivindicativa y de homenaje a los Mártires de Chicago, aquellos sindicalistas anarquistas que fueron ejecutados en Estados Unidos por participa en una jornada de lucha por la consecución de la jornada laboral de ocho horas, que tuvieron su origen en la huelga iniciada el 1 de mayo de 1886 y su punto álgido tres días más tarde, el 4 de mayo, en la Revuelta de Haymarket. A partir de entonces se convirtió en una jornada reivindicativa de los derechos de los trabajadores en sentido general que es celebrada en mayor o menor medida en todo el mundo .
Los hechos que dieron lugar a esta celebración están contextualizados en los albores de la Revolución Industrial, donde en diferentes países llegaban cada año por ferrocarril miles de peones rurales desocupados, que al asentarse en torno a las grandes ciudades creaban estos centros urbanos que tambien acogieron a emigrantes llegados de todo el mundo a lo largo del siglo XIX.
Aquellos hombres no llegaban solos,lo hacían junto a sus compañeras de la vida, que resumían en su sacrificada existencia, el desarraigo, la soledad, el hambre y la miseria, los hijos y el trabajo cotidiano que nunca tiene descanso, porque hay que darle forma de hogar al espacio común. Mujeres que en cada guerra o revolución, ocupaban el lugar de sus hombres porque había que producir; en fabricas, hospitales, escuelas, campos, periódicos, oficios o cargos públicos.
En estos tiempos donde comenzaron a alzarse voces para reclamar por los derechos, la mujer, que ha ganado –y perdido-notables escalones en el trajinar de la vida, al precio de ser denostadas, insultadas, despreciadas en su condición y con un sinnúmero de oídos dispuestos a escucharlas, ocupa sin embargo, respecto al hombre, un sitial secundario, devenido de mandatos y arcaicas costumbres de supremacía que la sociedad le otorgó al hombre. Es decir el hombre, que fue el que determinó esas conductas y leyes se otorgó a así mismo y el devenir del tiempo lo naturalizó.
Ya decía Pablo Neruda en el poema “Mujer”de 1959 en un encuentro Latinoamericano:”Antes del hombre, la mujer, la madre,/durante el hombre, la mujer, la esposa,/después del hombre, la mujer, la sombra.// Sombra del hombre, claridad del hombre,/trabajadora dura en tus trabajos,/ amorosa, estrellada como el cielo/en el ciclo tenaz de la ternura,/mujer valiente de las profesiones,/ obrera de las fábricas crueles,/doctora luminosa junto a un niño,/lavandera de las ropas ajenas,/ escritora que ciñes/una pequeña pluma como espada”(…)”Amor, dolor y lucha se congregan/en vuestros reunidos corazones/y mi palabra es ésta:/la tierra es grande y sufre:/está dando a luz el futuro:/ ayudemos al nacimiento/de la igualdad y la alegría”.
Una cuestión de género Son muchas las personas que aun no conocen la situación laboral de la mujer a través del tiempo, en realidad no ha cambiado mucho. Ante quienes manifiestan que las mujeres no necesitan trabajar, que se deberían quedar en casa cuidando de sus hijos, la respuesta tiene varios ítems que pueden justificar esa actitud; la
necesidad económica, la vocación, la sensación de satisfacción personal de realizarse,la de ser parte de un contexto social que determine un nuevo paradigma que difiera de lo que antiguamente se consideraba correcto. A las mujeres que pertenecían a la nobleza y a la alta burguesía no se les permitían trabajar, eran esclavas de su familia, porque los hombres no entendían como trabajo el cuidado del hogar; sin embargo, las clases bajas, como eran criadas y campesinas, trabajaban en el campo ayudando a sus maridos y además se encargaban de las tareas domésticas y del cuidado de los hijos, pero no se les reconocía como trabajadoras. El matrimonio era el único horizonte para la mayoría de las mujeres;a la vez que el acceso a la educación y otros factores de movilidad social, estaban vedados para el mundo femenino. De alli la trascendencia de la revolución industrial,que cambió la forma de encarar la sociedad. Las mujeres se integraron al mundo laboral y la primera vez que lo hicieron, fue visto como algo raro y a la hora de realizar un trabajo, se les exigían más obligaciones en el contrato que a los hombres. Actualmente, la discriminación de la mujer en el mundo laboral sigue existiendo; los salarios de las mujeres son menores que los del hombre, en el desempeño del mismo trabajo;se prefiere contratar antes a un hombre que a una mujer, ya que ha esta se la infravalorada, sobre todo en altos cargos; o por su condición de quedarse embarazada.Las razones de esta desigualdad no se explican, es decir,se puede constatar pero no tiene ninguna lógica y tampoco está penado por ninguna ley.
Según un estudio, las mujeres que trabajan no tendrán las mismas oportunidades salariales que los varones hasta el año 2050, que es casi 100 años después que el presidente John Kennedy(USA) firmara la Ley de Igualdad de Remuneración que prohíbe la discriminación con motivo de sexo que dé como resultado una remuneración desigual por el mismo trabajo. Además, la remuneración no es igual en todas las razas, también depende de la profesión, el tipo de empleo.
Más allá de las disquisiciones históricas, en los pueblos como Realicó es más visible el modo con que se desarrollan todas las aristas del trabajo en su comunidad; cada época marca etapas definidas donde prevalecen oficios o labores que se diluyen con el tiempo del denominado progreso. Mientras otros perduran, otorgan un grado de pertenencia que no siempre se advierte, definen una idiosincrasia y dan testimonio de que tipo de sociedad se construye o pretenden tener sus habitantes.
El mundo evoluciona y no siempre para satisfacer a la Humanidad. En los pequeños recodos donde se incuba la supervivencia, las alternativas atentan a veces contra la satisfacción por el deber cumplido, porque la contraprestación no se condice con el esfuerzo. Queda la esperanza de contribuir a un gran cambio que deponga amarguras y haga decir como Goethe:“Cuando he estado trabajando todo el día, un buen atardecer me sale al encuentro”.
Buena jornada de 1° de Mayo
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