Ene 29, 2018 IMPACTO INFORMATIVO Locales, Policiales, Regionales 0
Impacto – La casa pertenece a una familia tradicional de la localidad. “Se llevaron la esencia de mis padres y de mi hermano, el sacrificio de una vida”, dijo la damnificada.
La propiedad perteneciente a la familia Abraham sufrió un importante robo durante los últimos meses del año pasado. Silvia, hija de Eduardo Manuel “Cholo” Abraham y Gladys Birocco, llegó hace 15 días desde Córdoba, donde reside, y encontró su casa “literalmente hecha un desastre”.
Prácticamente, la desvalijaron completa, incluso colecciones de antigüedades que tenían sus padres. La Policía tendría identificadas a dos personas como las autoras aunque no están detenidas. También tendría datos sobre unas diez personas que habrían colaborado en el robo.
“Se llevaron todo: electrodomésticos, vajillas y muebles traídos del exterior, arañas de cristal, colecciones numismáticas, hasta los artefactos del baño se robaron”, contó Silvia en diálogo con El Diario.
Silvia reside en Córdoba y cuando arribó a la casa de sus padres, hace unos 15 días, se encontró con ese desolador panorama. “Lo más doloroso son las antigüedades, había colecciones de armas, monedas, billetes, platos, un fonógrafo, cuadros, espejos antiguos”, contó la mujer. “Se llevaron la esencia de mis padres y de mi hermano, el sacrificio de una vida, eso es lo que más duele”, agregó con tono triste y dio un ejemplo: “Se llevaron un cucú que tenía más de 200 años, cosas que no existen más. Es invaluable lo que se han llevado”.
Vecinos
Silvia también se refirió a lo que se pudo reconstruir de lo sucedido a partir de los relatos de los vecinos. Indicó que “los vecinos veían que se hacían traslados pero por un pasillo del costado que da a otra casa, por eso pasó desapercibido. Muchísima gente lo vio pero a nadie le llamó la atención porque pensaban que había una mudanza”.
La mujer entendió la actitud de los vecinos: “No los culpo, solo hago responsable de esto a los malvivientes que entraron a mi casa. La gente tiene miedo, no se quiere meter y se calla la boca, el miedo paraliza”, expresó.
Por lo que le contaron, Silvia relata que “hicieron muchísimos viajes, sé que actuaron tres fleteros y camionetas propias de la gente que entró a robar”.
A a partir de estos datos, efectivos de la UR II realizaron al menos diez allanamientos en la localidad logrando rescatar algunas piezas, pero la mayor parte de lo robado ya habría salido de la frontera provincial.
“Vino la Policía científica, recogió huellas y me dijo que hay dos personas identificadas como responsables y otras diez que están implicadas”, detalló la mujer. La causa está caratulada como “robo simple” y se espera que en las próximas horas se produzcan las detenciones de los sospechosos.
Los delincuentes pudieron trabajar con tranquilidad, ya que la casa está deshabitada porque los padres de Silvia fallecieron hace un tiempo y su único hermano murió tres años atrás.
“Yo hace 35 años que me fui de acá, y estaba en pleno proceso de avanzar con la sucesión. Nunca se me ocurrió ponerle alarma a la vivienda, yo estaba segura de que en mi pueblo no podía pasar algo así. Evidentemente, me equivoqué”, concluyó la mujer.
Carpintero y coleccionista
Silvia no solo se concentra en contar lo que pasó con el robo en la vivienda familiar, sino que explica en detalle quiénes eran sus padres, por lo que se puede entender el origen de tantas cosas invaluables en la propiedad.
Sobre sus padres, “Cholo” y Gladys, Silvia cuenta que “mi padre era un carpintero exquisito en su trabajo, hacía cosas increíbles. Mi madre era enfermera y pedicura. Ambos eran solidarios en extremo. La casa era un lugar de exposición, novias y cumpleañeras venían aquí a sacarse fotos”. Relata que su padre murió en el año 1983 cuando tenía 49 años, y que desde muy joven comenzó a coleccionar. “Acá podías encontrar cualquier tipo de artículo, por eso no se puede valorar desde lo económico la pérdida, es imposible”, señala.
Esa misma particularidad de los objetos sustraídos permite que éstos puedan ser identificados. Como una muestra de ello, Silvia cuenta que “al día siguiente de la denuncia me llama el carpintero del pueblo, una persona que trabajó con mi padre, y me muestra un espejo enorme que una mujer del pueblo le había dejado para que lo enmarcara”.
Agregó que el hombre sospechó que ese cristal era de la familia Abraham. “Lo fui a ver inmediatamente: estaba en lo cierto, yo recordaba que debía tener unas marcas de pintura y estaban allí, tal cual, es decir que muchas de las cosas que se llevaron de mi casa aún andaban y andan por el pueblo”, explicó la mujer. (Fuente gentileza: El Diario de La Pampa).-
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